La materialidad juega un papel clave en la definición de la identidad arquitectónica de la vivienda. Los elementos tradicionales del Mediterráneo se reinterpretan en un contexto moderno: las fachadas de ladrillo rojo de terracota se extienden hacia el interior, disolviendo el límite entre exterior e interior. Este enfoque genera un flujo dinámico entre los espacios, reforzando la percepción de unidad y fluidez.
En el corazón de la residencia se encuentra una zona de estar de doble altura, articulada por un ventanal panorámico de siete metros de altura. Este espacio vertical actúa como un pozo de luz, creando un punto focal dramático y reforzando la conexión con el entorno exterior.

En el corazón de la residencia se encuentra una zona de estar de doble altura, articulada por un ventanal panorámico de siete metros. Este espacio vertical actúa como un pozo de luz, creando un punto focal dramático y reforzando la conexión con el entorno exterior.
El vestíbulo de la escalera está definido por muros de ladrillo visto, con una delicada barandilla de vidrio y peldaños de piedra clara que enfatizan la transparencia, la ligereza y las líneas de visión despejadas a lo largo de toda la vivienda.
El lenguaje arquitectónico del proyecto equilibra solidez y apertura, tradición y modernidad, creando una residencia que está tanto enraizada en su contexto mediterráneo como alineada con la vida contemporánea.